domingo, 11 de diciembre de 2011

CARTAS DE ROSARIO: ESPEJOS DEL DESAMOR.




Esperanza Román Valadez   tiempodeesperarsilencio@blospot.com




He hecho una gran cantidad de cosas antes de decidirme a hacer esto que ya estoy haciendo: escribirte, me entretengo en el café, en el cigarro, fumar en la pipa, preparar café, mirar por la ventana, en fin, me entretengo incluso en hablar de ello, siento que no quiero empezar, pero aquí vamos…
Juan C. Jímenez Abarca 

No me atrevía yo a escribirte porque me asaltó una duda terrible: ¿era cierto lo que había sucedido entre nosotros?¿Habíamos, de verdad estado juntos? ¿No era todo producto de mi imaginación? ¿No lo había yo soñado?...y a un sueño, por muy agradable, por muy maravilloso que sea, no hay modo de hacerlo que continúe, que se  prolongue…
ROSARIO CASTELLANOS
Tengo que hacerlo hoy y solucionar este asunto de una vez por todas, si no en mi corazón, por lo menos en mi cabeza. Las palabras han de guiarme y he de descubrir otro camino. Como dice Antonio Machado: Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Las palabras son mis pasos, cada frase será como una piedra que dejo tras de mí para no perderme a la vuelta.
Margarita Rebelo Pinto. “NADA ES CASUAL”.
           
            Las cartas son una forma de comunicar las emociones, los pensamientos las ideas, tienen diferentes fines, y las hay para diferentes cosas, en todas algo es fundamental: las palabras. Las letras escritas en  las cartas pretenden algo, por ello es preciso elegir los conceptos correctos, en el caso de las de negocios o las institucionales, pero cuando el objetivo de las cartas es el aclarar algo con alguien, el decir algo que en palabras habladas no podríamos, las cosas son distintas, digamos que se complica, que es – aunque suene cursi – hablar con el corazón y dejar de lado la razón.  
            Las novelas, los cuentos, la poesía, en general las diversas manifestaciones de la literatura son expresiones de sus autores, dicen lo que sienten o al menos eso intentan quienes escriben: decir algo, y en muchos de los casos decirse algo, intentar con palabras explicarse el mundo, en fin, que será asunto de otra disertación el hablar de los objetivos de la palabra escrita, hoy nos interesa hablar en específico de las cartas, género que ha sido explorado por diferentes personas independientemente de si son o no escritor@s.
            El género epistolar permite conocer los pensamientos más profundos de quien escribe, las cartas personales escritas a amantes, amig@s, familiares, develan el inconsciente de las personas, son como ventanas que permiten explorar el interior,  no sólo por parte de quien escribe, sino también de  quien lee. Hace unos meses escribíamos acerca de una novela escrita por Margarita Rebelo Pinto, hacíamos alusión a una   carta que la protagonista, Vera, le escribe a Manel, el párrafo introductorio de dicha carta es epígrafe de este artículo, mencionamos  cómo la palabra escrita se convierte en el  único puente entre ella y su amante, la distancia física del amado es sustituida por palabras. Ahora bien, esto se trata de una novela, y las palabras pueden decir mucho, pero asumimos que la historia de amor que cuentan en una historia “inventada”, no real.
            Queremos mencionar ahora un texto que nos parece no sólo interesante en cuanto a su análisis literario, sino que  nos permite ver en el interior de una de las mujeres mexicanas más importantes en la literatura: Rosario Castellanos. Hemos mencionado con anterioridad las características de esta mujer: filósofa, mexicana, escritora de cuentos, ensayos, novelas, poesía. Fue profesora de filosofía de la UNAM, y muere siendo embajadora en Israel - por cierto, y hablando de cartas, Jaime Sabines le escribe un Recado a Rosario Castellanos, donde el mensaje es: sólo una tonta puede morir electrocutada-. Pues bien, Rosario escribe, su vida la dedica a ello, los temas son diversos, pero en todas sus letras deja ver la emotividad femenina, incluso es una de las primeras mujeres en teorizar el asunto del feminismo en nuestro país, pero ella era no sólo filósofa o feminista, era persona, y era mujer, como ella misma lo menciona soy incurablemente mujer, primero tiene que haber una razón sentimental… consideramos que es discutible la forma en la que asume su “ser mujer”, sin embargo lo que queremos mencionar acá es que ella además de toda su obra literaria, escribió 77 cartas, dirigidas a Ricardo Guerra quien fue su amante y esposo, y a su hijo Gabriel, ambos decidieron dar a conocer los textos en una publicación titulada Cartas a Ricardo, el valor de estas cartas reside no sólo en que son oro  molido para psiquiatras, psicológos, analistas, biográfos y críticos literarios, cómo dice Elena Poniatowska en el prólogo que escribió para la edición, sino que una vez más nos muestra como sus palabras pueden ser espejos para - y de - la emotividad femenina.
Las letras de Rosario plasmadas en diversos géneros hablan de desamor, de soledad, sentimiento que la acompaño a lo largo de toda su vida, pero sus cartas, son el ejemplo de cómo esa complejidad emotiva es sacada del ámbito academicista, Castellanos vive lo que cuentan sus historias, lo que dicen sus poemas, y  es en éste sentido que queremos mencionarlas, muchas mujeres nos veremos reflejadas…dice Poniatowska: ¿qué mayor prueba de que muchas mujeres lo apostamos todo al amor que este documento epistolar?, la historia contada en éstas cartas no es ficticia, pensamos hubiera sido mejor para ella que lo fuera, pero no, cada párrafo muestra la soledad que la acompañaba y el dolor del desamor.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 28 de julio de 1950.
¿Cómo te diría yo que estoy triste? Si se trata de la “vaga metafísica y vergonzosa tristeza de existir”…no es propiamente tristeza. Inquietud por haber diferido la realización de un deseo o de una esperanza…¿no te importa saber?..soy una persona terriblemente hambrienta de ternura…no sé cómo pedir el cariño, no sé cómo inclinar a la gente a que me lo dé. Sólo sé que lo necesito y que esa necesidad me empuja a hacer tonterías que alejan de mí a las personas y que me convierten en un ser atrozmente desdichado.



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